domingo, 17 de marzo de 2013

Reseña: “Canción de hielo y fuego”


Ejemplares
   

   Líder de la revolución en la literatura fantástica, que busca eliminar los factores comunes que habían puesto en jaque el valor de la rama: personajes arquetípicos, como elfos, enanos, y magos de bastón; mundos hundidos en la monotonía; o tramas principales con un Elegido en busca de un objeto que logre salvar el mundo (o en busca de salvarlo directamente, en los más “novedosos” casos).
   Sobre la división de la saga y sus características principales, queda poco que decir que no sea ya bien sabido por la mayoría: G.R.R. Martin, escritor estadounidense de inveterada experiencia en la rama de la ciencia-ficción, comenzó la escritura de esta saga en 1991 (publicándose el primer tomo en 1996). La saga está compuesta por siete supuestos tomos, habiéndose publicado cinco a día de hoy.

   Sin entrar en más detalles, lo que de verdad nos interesa: la saga se presenta en un formato relativamente novedoso, ya que cada capítulo se sucede desde los ojos de algún personaje concreto (¿novedad, o forma original de paliar la carencia de capacidad para escribir desde un punto global?). Cada diferente libro comienza con un prólogo en principio aislado del resto de la trama, aunque según se suceden los eslabones de la cadena, todos los actos terminan por formar una pieza inconsútil perfectamente unida. Es este uno de los puntos fuertes de la obra: el mundo en el cual acontecen los hechos está dotado de una complejidad asombrosa (digna de una mente de carices tolkianos) y un superávit  de personajes (de los cuales hay varios cientos que el lector conoce de forma aceptable). ¡Pero la telaraña no se quiebra! Cualquier lector habitual será capaz de conservar la mayoría de los hechos y de las personalidades de protagonistas y no tan protagonistas (diríamos también antagonistas, pero según la obra avanza se posiciona en una vista global donde... ¿quién sabe diferenciar entre buenos y malos, usurpadores y merecedores lícitos del trono?
   Y siendo todos estos los baluartes de Canción de hielo y fuego, es una pena encontrar carencias profundas en la saga: sin ir más lejos, aun siendo la prosa de G.R.R. Martin potentísima y muy viva, quizá surge a ojos vistas una monotonía que se ve reforzada según se avanza entre los cientos de páginas. Y esta monotonía, esta desanimada rutina deambulante que la saga sufre, parece tener su origen en la falta de buena pluma del escritor, en tanto en cuanto a lo que literariedad se refiere (qué importante concepto, y qué poco se sabe de él). Además, aunque es cierto y entendible que la cantidad de hechos a contar es demasiado extensa, un alto porcentaje de cada libro avanza lentamente entre un exceso de fangosa diplomacia y hechos fútiles; el resto de cada obra, no quitemos el mérito al escritor en lo bueno que tiene, es una tormenta de martillazos directos al lector, que, si se encariñó en algún momento con un personaje, tiene altas probabilidades de salir enojado de los buenos capítulos; nada puede darse por hecho en esa trama: la mano de Martin no tiembla al matar a un personaje por todos querido, ni tampoco parece tener que darle demasiadas vueltas a sacar a la luz que cierta muerte fue en realidad una “pseudomuerte”, y que tal personaje resucita de repente de la nada (¡nunca estuvo muerto!).

No buscamos en esta saga la élite de lo literario, pero, en los tiempos que corren y teniendo en cuenta cuán carcomido está y sobre todo estuvo este subgénero, esta es una más que aceptable saga.

Sobre la adaptación como serie de televisión: anexo.



RGV.

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