domingo, 17 de marzo de 2013

Reseña: “El incongruente”



   
   Sí, hay un señor con rostro de reloj que mira la hora en su... rostro de muñeca. He aquí Ramón Gómez de la Serna, para mí (y por el momento) el rey de la vanguardia española.
   Esta es una de las mejores obras que he tenido el gusto de leer. Buque insignia del surrealismo, metadefinición de lo que significa la vanguardia en el arte. Ramón, que es el creador de las greguerías (recuerden: humor + metáfora), nos presenta aquí una greguería más, en esta ocasión de un par de cientos de páginas.
   
   El incongruente en cuestión se llama Gustavo. De su vida hay tanto que decir... las acciones se suceden en él como si la imaginación se hubiese desbocado; para él la lógica es ilógica y, el pobre, sale de sus embrollos incoherentes como buenamente puede, aunque tampoco es un problema: simplemente es su vida, su pan de cada día.
   ¿Cómo explicarles sin extendernos más de la cuenta quién es Gustavo? Podría estar recogiendo citas del libro durante días, y llenar páginas y páginas virtuales del blog.
   Diré, por ejemplo, que cuando Gustavo fue bautizado se enojó sobremanera y le preguntó al sacerdote iracundo que por qué no le había preguntado si quería el agua caliente o tibia, como en el barbero. Que anduvo meses buscando un jueves sin encontrarlo por ningún sitio, con una nube de vergüenza retorciéndose en su estómago: ¿cómo podría preguntarle a alguna señora, por la calle, que si había visto un jueves?
   Esta no es una novela cualquiera. Ni siquiera, diría, es una novela. Ramón Gómez de la Serna fue demasiado talentoso como para hacer una simple novela, como para seguir una estructura fija que lo atenazase cual celda. Estas metáforas, estos símiles... uno no lo entiende si no llega a sorprenderse con las frases. ¡Aquí no hay trama! El propio Ramón, en el prólogo, insta al lector a que no siga un orden concreto en la lectura. Tan sólo hay dos o tres excepciones, cuando Gustavo viaja en moto hasta una aldea de estatuas de cera (bien cerca está el pobre Incongruente de conciliar matrimonio con una de ellas). El resto son historias aisladas, cada una de ellas una pieza única de la literatura española.
   La edición de Blackie Books, con esta portada que sigue el juego a las letras que acuna, contiene un estupendo panegírico de Julio Cortázar. En él, el argentino se declara idólatra total de Ramón. Incluso comenta que una vez lo tuvo cerca, en una terraza de un bar, pero no se decidió a hablarle.
   Define Julio Cortázar en este panegírico la novela como algo análogo a un caracol, abierto y cerrado a la vez. ¿Qué mejor forma de definir este libro que con una metáfora similar a sí mismo?

   Esto es élite de la literatura. Esto es saber escribir, ser escritor de prosa. Una auténtica obra de arte.

RGV.


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