martes, 9 de abril de 2013

Gustavo Adolfo Bécquer, Rima XXV

Cuando en la noche te envuelven 
las alas de tul del sueño 
y tus tendidas pestañas 
semejan arcos de ébano, 
por escuchar los latidos 
de tu corazón inquieto 
y reclinar tu dormida 
cabeza sobre mi pecho, 
diera, alma mía, 
cuanto posea: 
¡la luz, el aire 
y el pensamiento!

Cuando se clavan tus ojos 
en un invisible objeto 
y tus labios ilumina 
de una sonrisa el reflejo, 
por leer sobre tu frente 
el callado pensamiento 
que pasa como la nube 
del mar sobre el ancho espejo, 
diera, alma mía, 
cuanto deseo: 
¡la fama, el oro, 
la gloria, el genio!

Cuando enmudece tu lengua 
y se apresura tu aliento 
y tus mejillas se encienden 
y entornas tus ojos negros, 
por ver entre sus pestañas 
brillar con húmedo fuego 
la ardiente chispa que brota 
del volcán de los deseos, 
diera, alma mía, 
por cuanto espero, 
la fe, el espíritu, 
la tierra, el cielo.
Dibujo de Gustavo Adolfo Bécquer

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