miércoles, 3 de abril de 2013

Reseña: “Misery”


   Siendo “Misery” una novela de Stephen King, debe asaltar pronto a la mente la idea de escenarios grotescos y panoramas sórdidos, de talento inconmesurable para sumerger al lector en el mal trago de querer terminar el libro cuanto antes (peor trago cuanto más inmerso en las drogas estuviese Stephen King al escribir la obra, como suelo defender con jocosidad). Es el caso, por supuesto.

   En esta ocasión, la empatía nos traiciona al encarnar la piel de un escritor inveterado, Paul Sheldon, cuyas novelas sobre un personaje femenino llamado Misery lo han catapultado a un éxito rotundo.
   Sin revelar más trama de la que podría incluir la sinopsis de la contraportada, el Tal Paul Sheldon tiene un accidente de tráfico a causa de una violenta nevada invernal. Por suerte para él (¿suerte?) lo salva una mujer fornida, y lo resguarda del temporal en su propia casa. Todo va sobre ruedas (incluso él, que tiene las dos piernas rotas y se transporta en silla de ruedas) hasta que la obsesión de Annie Wilkes, la susodicha salvadora, comienza a hacerse bastante evidente y peligrosa. Resulta que la mujer es seguidora acólita de Misery.
  La pluma de Stephen King empieza a disfrutar cuando al hombre se le ocurre confesarle a la señora neurótica que en el próximo libro, a expensas de ser publicado, matará a Misery. La reacción de nuestra psicópaga amiga es evidente...

   El transcurso prácticamente completo de la novela se da en la casa de Annie Wilkes, gran parte de él, concretamente, en la habitación destinada a este desafortunado escritor.
   Y cabe destacar, por ejemplo, cómo describe Stephen King las garras oscuras del papel junto al cual baila tango un escritor (otrora papel, con un, como él denomina «agujero negro en el centro del papel, que absorbe a quien escribe y se lo lleva del mundo», hoy en día monitor de ordenador, más bien).


RGV.

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