miércoles, 28 de agosto de 2013

«Samovar»

Términos

   Del ruso самовар (hervir uno mismo).

   Por las estepas rusas el frío es el peor tirano, y fue por ello que primó entre los rusos inventar un utensilio que calentase fácilmente el agua. Así nació el samovar, como dice el DRAE:
Recipiente de origen ruso, provisto de un tubo interior donde se ponen carbones, que se usa para calentar el agua del té.
   En la parte inferior, la tradición rusa lleva a usar carbones, aunque existieran en otra época novedosas novedades que instaban a usar alcohol o petróleo y que no tuvieron éxito. El calor encerrado del carbón permite que el agua se mantenga en ebullición, preparando así lentamente la infusión.
   Aunque diga el DRAE que el samovar está destinado al té, nació en realidad junto a una bebida caliente que proveyera a quien la bebiese del calor que no tenía, preparada a base de miel y especias. Fue ya en el s. XVII cuando llegó el té a Rusia, desde los mongoles, y a partir de entonces el samovar quedó relegado a la preparación del mismo (se ha confirmado que las características del utensilio permiten una cocción ideal del agua, tiñendo de sabores intentos a las infusiones, de otra forma inalcanzables), llegando a ostentar un lugar obligatorio entre la aristocracia rusa de los siglos XVIII y XIX, y también entre la mano hábil de la orfebrería.

   Referencias:

RGV.

lunes, 26 de agosto de 2013

Rubén Darío, “Lo fatal”

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
y no saber a dónde vamos,
ni de dónde venimos.
Bosquejo de Rubén Darío

domingo, 25 de agosto de 2013

Juan Ramón Jiménez, “Platero y yo, capítulo II: Mariposas blancas”

   La noche cae, brumosa ya y morada. Vagas claridades malvas y verdes perduran tras la torre de la iglesia. El camino sube, lleno de sombras, de campanillas, de fragancia de hierba, de canciones, de cansancio y de anhelo.
   De pronto, un hombre oscuro, con una gorra y un pincho, roja un instante la cara fea por la luz del cigarro, baja a nosotros de una casucha miserable, perdida entre sacas de carbón. Platero se amedrenta.
   —¿Ve algo?
   —Vea usted... Mariposas blancas...
   El hombre quiere clavar su pincho de hierro en el seroncillo, y no lo evito. Abrió la alforja y él no ve nada. Y el alimento ideal pasa, libre y cándido, sin pagar su tributo a los Consumos...

Fotografía de Juan Ramón Jiménez

sábado, 24 de agosto de 2013

Vídeo promocional de «Versos y reversos de la infamia»



   Jesús Alberto Mesas Núñez se ha lanzado al abismo de la publicación con su “ópera prima” Versos y reversos de la infamia, versátil obra que se compone de un conjunto de poemas y otro de relatos prosaicos.
   Para su promoción, Noelia Laguna (capaz de añadir a todas sus ilustraciones un trazo que nadie podría añadir sin la lucidez abstracta que da el arte plástico a la mente), Hermógenes Patón (voz declamatoria) y un servidor, hemos trabajado en conjunción durante más de un mes moldeando y dando vida a un vídeo que representa uno de sus poemas, La muchacha pelirroja. Dice así:

Aquella lozana muchacha
con lazos de niña luciendo,
que sale temprano de casa
y baja la calle corriendo.

Satén es su pelo escarlata,
se mece peinando los vientos
y mira entre risas la barba
del viejo que sueña despierto.


   Aquí está el vídeo: 

   La contraportada nos acerca a las inspiraciones que han cimentado la obra:
  Antes de lanzarse a publicar, la poesía era para este joven escritor un “vicio privado”. Amante de los clásicos, Jesús Alberto (Santa Cruz de Mudela, Ciudad Real 1991) muestra en Versos y reversos de la infamia la cara más pútrida de sentimientos tan nobles como el amor y en su obra están “a demás” muy presentes algunos de los poetas que han revolucionado el mundo de la poesía a lo largo de la historia. 

   “Versos y reversos de la infamia no sirve para nada, es una obra inútil, fruto de la satisfacción personal y con la que no intento reivindicar absolutamente nada. El hecho de haber decidido publicarla atiende a la más simple y banal curiosidad por ver ‘hasta dónde llega’ y hasta qué punto un lector en potencia se interesa por leerla”.

   Una ‘ópera prima’ transgresora que no dejará indiferente al lector.

RGV.

“Concierto para piano nº 1”, de Tchaikovsky

Retrato de Tchaikovsky


   Pyotr Ilyich Tchaikovsky deslumbra tanto en los tonos poderosos como en los dulces. Claro ejemplo de los primeros es la Marcha Eslava (mi obra preferida), y piezas como El cascanueces o El lago de los cisnes argumentan los segundos.
   En Concierto para piano nº 1, Tchaikovsky hace converger ambas virtudes en el piano.

  Compuesta entre 1874 y 1875, la obra ve la luz dedicada por Tchaikovsky a su amigo compositor Hans von Bülow, quien fue el primer encargado de interpretarla al piano.




RGV.

viernes, 23 de agosto de 2013

Charles Bukowski, “Los mejores de la raza”

No hay nada que
discutir
no hay nada que
recordar
no hay nada que
olvidar

es triste
no es
triste

parece que la
cosa más
sensata

que una persona puede 
hacer
es
estar sentada
con una copa en la
mano
mientras las paredes 
blanden 
sonrisas de 
despedida 

uno pasa a través de 
todo 
ello 
con una cierta 
cantidad de 
eficiencia y 
valentía 
entonces 
se va 

algunos aceptan 
la posibilidad de 
Dios 
para ayudarles 
en su 
paso 

otros 
lo aceptan 
como es 

y por estos 

bebo 

esta noche.
Dibujo de Bukowski

miércoles, 21 de agosto de 2013

Federico García Lorca, “Vuelta de paseo”

Asesinado por el cielo.
Entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.

Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el rostro blanco de huevo.

Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.

Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.

Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!

Bosquejo de Lorca

Jaime Gil de Biedma, “Contra Jaime Gil de Biedma”

¿De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso, 
dejar atrás un sótano más negro 
que mi reputación —y ya es decir—, 
poner visillos blancos 
y tomar criada, 
renunciar a la vida de bohemio, 
si vienes luego tú, pelmazo, 
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes, 
zángano de colmena, inútil, cacaseno, 
con tus manos lavadas, 
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?

Te acompañan las barras de los bares 
últimos de la noche, los chulos, las floristas, 
las calles muertas de la madrugada 
y los ascensores de luz amarilla 
cuando llegas, borracho, 
y te paras a verte en el espejo 
la cara destruida, 
con ojos todavía violentos 
que no quieres cerrar. Y si te increpo, 
te ríes, me recuerdas el pasado 
y dices que envejezco.

Podría recordarte que ya no tienes gracia. 
Que tu estilo casual y que tu desenfado 
resultan truculentos 
cuando se tienen más de treinta años, 
y que tu encantadora 
sonrisa de muchacho soñoliento 
—seguro de gustar— es un resto penoso, 
un intento patético. 
Mientras que tú me miras con tus ojos 
de verdadero huérfano, y me lloras 
y me prometes ya no hacerlo.

¡Si no fueses tan puta! 
Y si yo supiese, hace ya tiempo, 
que tú eres fuerte cuando yo soy débil 
y que eres débil cuando me enfurezco... 
De tus regresos guardo una impresión confusa 
de pánico, de pena y descontento, 
y la desesperanza 
y la impaciencia y el resentimiento 
de volver a sufrir, otra vez más, 
la humillación imperdonable 
de la excesiva intimidad.

A duras penas te llevaré a la cama, 
como quien va al infierno 
para dormir contigo. 
Muriendo a cada paso de impotencia, 
tropezando con muebles 
a tientas, cruzaremos el piso 
torpemente abrazados, vacilando 
de alcohol y de sollozos reprimidos. 
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos, 
y la más innoble,
que es amarse a sí mismo!



Bosquejo de Gil de Biedma

Meléndez Valdés, “Renunciando a la poesía”

Quédate, adiós, pendiente de este pino   
 sin defensa del tiempo a los rigores,   
 cítara en que canté de mis amores   
 las gracias y el ingenio peregrino.   

 Guárdala, oh tronco, que honras el camino  
 por muestra de la fe de dos pastores,   
 do puedan cortesanos amadores   
 tomar lecciones de un amor divino.   

 Mientras la oyó viviendo mi señora,   
 con cuerdas de oro resonar solía, 
 y fieras crudas amansó su canto;   

 ya que el alma feliz los cielos mora,   
 y en esta tumba su ceniza fría,   
 cesen los versos, y principie el llanto. 
Bosquejo de Meléndez Valdés

José Cadalso, “A Venus”

Madre divina del alado niño,
oye mis ruegos, que jamás oíste
otra tan triste lastimosa pena
como la mía.

Baje tu carro desde el alto Olimpo
entre las nubes del sereno cielo,
rápido vuelo traiga tu querida
blanca paloma.

No te detenga con amantes brazos
Marte, que deja su rigor al verte,
ni el que por muerte se llamó tu esposo
sin merecerlo.

Ni las delicias de las sacras mesas,
cuando a los dioses llenos de ambrosía,
alegre brinda Jove con la copa
de Ganimedes.

Ya el eco suena por los altos techos
del noble alcázar, cuyo piso huellas,
lleno de estrellas, de luceros lleno
y tachonado.

Cerca del ara de tu templo, en Pafos,
entre los himnos que tu pueblo dice,
este infelice tu venida aguarda:
baja volando.

Sobre tus aras mis ofrendas pongo,
testigo el pueblo, por mi voz llamado,
y concertado con mi tono el suyo
te llaman madre.

Alzo los ojos al verter el vaso
de leche blanca y el de miel sabrosa;
ciño con rosas, mirtos y jazmines
esta mi frente.

Ya, Venus, miro resplandor celeste
bajar al templo; tu belleza veo;
ya mi deseo coronaste, ¡oh madre,
madre de amores!

Vírgenes tiernas, niños y matronas,
ya Venus llega, vuestra diosa viene;
el aire suene con alegres himnos,
júbilo santo.



Bosquejo de Cadalso

Reseña: “Los jardines de la luna (Malaz: el libro de los caídos, I)”




 Una saga desconocida de literatura fantástica, sí, pero no se asusten. Esta no es la saga de literatura fantástica típica que nace en el trigésimo séptimo escalón de la esencia degenerada y ya difusa de lo que un día aciago escribiese Tolkien. Aquí no hay elfos picudos con arcos, con Escandinavia en el corazón, ni enanos rocosos. Ni dragones prototípicos que lanzan fuego aleatoriamente. Lo que hay aquí es muy diferente y, sobre todo, mucho más rico y fresco...

viernes, 9 de agosto de 2013

Índice de poetas


  Nota: puede pulsar el botón «Nombres» y usar el buscador de su navegador para acceder a un poeta concreto.

Nombres


Fray Luis de León Cadalso Meléndez Valdés Gustavo Adolfo Bécquer Gustavo Adolfo Bécquer Wilde Wilde William Butler Yeats Rubén Darío Amado Nervo Manuel Machado Antonio Machado Juan Ramón Jiménez Retrato de César Vallejo Retrato de Vicente Huidobro Fotografía de Gerardo Diego Federico García Lorca Cernuda Cernuda Pablo Neruda Miguel Hernández Jaime Gil de Biedma Luis Alberto de Cuenca


RGV.

Fray Luis de León, “Oda XXIII: A la salida de la cárcel”

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!
Bosquejo de Fray Luis de León

jueves, 8 de agosto de 2013

“La canción más hermosa del mundo”, por Joaquín Sabina

Carátula del álbum
Álbum: dímelo en la calle

Yo tenía un botón sin ojal, un gusano de seda,
medio par de zapatos de 'clown' y un alma en almoneda,
una hispano Olivetti con caries, un tren con retraso,
un carné del Atleti, una cara de culo de vaso,

un colegio de pago, un compás, una mesa camilla,
una nuez, o bocado de Adán menos una costilla,
una bici diabética, un cúmulo, un cirro, una 'strato',
un camello del rey Baltasar, una gata sin gato.

Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy (las damas primero).
Mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres mosqueteros,
mi Tintín, mi yoyó, mi azulete, mi siete de copas,
el zaguán donde te desnudé sin quitarte la ropa.

Mi escondite, mi clave de sol, mi reloj de pulsera.
Una lámpara de Alí Babá dentro de una chistera.
No sabía que la primavera duraba un segundo;
yo quería escribir la canción más hermosa del mundo.
Yo quería escribir la canción...

Les presento a mi abuelo bastardo, a mi esposa soltera,
al padrino que me apadrinó en la legión extranjera.
A mi hermano gemelo, patrón de la merca ambulante;
a Simbad “el Marino”, que tuvo un sobrino cantante.

Al putón de mi prima Carlota y su perro salchicha,
a mi chupa de cota de mallas contra la desdicha.
Mariposa que cazan en sueños los niños con granos
cuando sueñan que abrazan a Venus de Milo sin manos.

Me libré de los tontos por ciento del cuento del bisnes
dando clases en una academia de canto de cisnes.
Con Simón de Cirene hice un tour por el monte Calvario.
¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

Frente al Cabo de Poca Esperanza arrié mi bandera.
Si me pierdo de vista, esperadme en la lista de espera.
Heredé una botella de ron de un 'clochard' moribundo.
Olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo.

Nunca pude cantar de un tirón
la canción de las babas del mar, del relámpago en vena,
de las lágrimas para llorar cuando valga la pena,
de la página encinta en el viente de un bloc trotamundos
de la gota de tinta en el himno de los iracundos.

Yo quería escribir la canción más hermosa el mundo.





  Joaquín Sabina ha incluido en su discografía varias versiones de “La canción más hermosa del mundo”, entre las cuales, para mí, domina la del álbum “Dímelo en la calle”, donde Olga Román pinta dulces y tenuísimos coros en las estrofas a dos voces.

RGV.

“En el batir de los mares”, por Manolo García

Carátula del álbum
Álbum: Saldremos a la lluvia

De mis dedos dormidos
a tu olvido plateado de hojas,
con manos de tacto griego,
en murmullo de besos ciegos.

Y quiere un dios —¡qué invento!—
que pretenda que vuelves
en cada nuevo encuentro
con la vida que avanza.

Y así es que tú existes
en la parafernalia de los días.
Y así es que tú existes:

En el batir de los mares,
sobre espumadas rocas.
En el chasquear de lenguas
que paladean vinos y tientan bocas.
En el bramido de mares,
sobre espumadas rocas.
En el deslenguar de lenguas
que paladean versos y encajan bocas.

De mis manos heridas
a ti, chiquilla, pan de acero espolvoreado,
chispa de vida rara,
que prendes mi antiguo anhelo.

Me muestro mi dios más nuevo,
perseverante y ajeno
en cada nuevo encuentro,
con la vida que no espera.

Y así es que tú existes
en la incertidumbre de algunos días.
Y así es que tú existes, y así:

En el bramido de mares
sobre espumadas rocas.
En el chasquear de lenguas
que paladean vinos y tientan bocas.
En el batir de los mares,
sobre espumadas rocas
que de ti me cuentan:
“déjala así, feliz viajera liberada”.

Reflejo en su espejo de océanos,
sin puerto al que adeudar y sin enseña,
sobre soleadas rocas.

Y así te dejo:
tierna de amores,
rientes ojos.
A un horizonte en llamas
de fuegos fatuos
en mundos rotos,
que ni tú sabes 
por qué en ti prenden.

Así te sueño:
de aguamarina envuelta
de entrechocar de piedras.
Así te sueño:
de aquel chasquido eléctrico
de tus maneras.

Así me dejas.
Así te sueño.
Así me sientes.
Así te encuentro.

  Ante la pregunta de una admiradora sobre el origen de esta canción en un coloquio sobre poesía en la Universidad de Valencia, Manolo respondió que para escribir la pieza, principalmente el estribillo, necesitó sólo dos o tres cervezas de más. La imagen sugerente que une en un solo escenario mares, rocas, lenguas y bocas es genuina, y más aún acompañada con el ritmo de su música.

RGV. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Federico García Lorca, “Preciosa y el aire”

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene, 
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra 
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde. 

*   *   *

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento, que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira a la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, déjame que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!

¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes. 
*   *   *

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.
Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde. 



Bosquejo de Lorca

viernes, 2 de agosto de 2013

Reseña: “Saga: Memorias de Idhún”

Ejemplares de la trilogía


   Leí Memorias de Idhún hace ya más de seis años. Aquellos eran días en los que me ponía un embudo en la boca y era capaz de tragarme toda la fantasía épica que se me echase encima (demasiados años perdidos así). Por ello, cuando vi tres tomos gruesos y reveladores insinuándose en una balda alabeada de la estantería de lecturas posibles (para el último curso de E. S. O.), no dudé en aceptar la propuesta.
   ¡Cómo iba yo a saber el calvario que supondría!


Federico García Lorca, “Romance de la luna, luna”

La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el  yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.

El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay cómo canta en el árbol!

Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.



Bosquejo de Lorca

«Grávido»

Términos

   Del latín gravĭdus.

  De grávido se recogen dos diferentes bifurcaciones de significados.

  La primera de ellas incluye dos voces, una con el calificativo de “poético” que el DRAE otorga también a otras palabras como túrgido silente.
  El concepto simple lo define como:
Que tiene peso.
  Y el poético (a fin de cuentas, usando el sentido figurado): 
Cargado, lleno, abundante. 

  Por otra parte, la voz grávido toma un significado simpáticamente enlazado con lo anterior:
Dicho de una mujer: embarazada.

  En definitiva, grávido es un término con varios sentidos, que, sin embargo, no se desvía en ninguno de ellos de su esencia oriunda (lo grave y, por inercia, lo gravitatorio).

  Referencias:
  • DRAE: grávido.
RGV.

jueves, 1 de agosto de 2013

Anuncio: vuelta tras las “obras”

Se cierra el periodo de baja actividad un mes más tarde de lo esperado.