miércoles, 9 de octubre de 2013

William Butler Yeats, “El Segundo Advenimiento”

Girando y girando en espiral creciente
el halcón no puede escuchar al halconero;
todo se derrumba; el núcleo no resiste;
la anarquía se ha desatado sobre el mundo,
la marea de sangre se ha desatado, y en todas partes
la ceremonia de la inocencia se ahoga;
los mejores carecen de toda convicción, mientras los peores
están repletos de fervorosa intensidad.

Seguramente se acerque alguna revelación;
seguramente se acerque el Segundo Advenimiento;
¡El Segundo Advenimiento! Apenas he expulsado esas palabras
cuando ya una vasta imagen venida del Spiritus Mundi
me turba la vista: en algún lugar sobre las arenas del desierto
una forma con cuerpo de león y cabeza humana,
una mirada vacía y despiadada como el sol,
mueve sus lánguidos muslos, mientras alrededor
planean las sombras de las indignadas aves del desierto.
La oscuridad cae de nuevo; pero esta vez sé
que veinte siglos de pétreo sueño
fueron atormentados hasta la pesadilla por el mecer de una cuna,
¿y qué tosca bestia, su hora al fin llegada,
se arrastra hasta Belén para nacer?

Fotografía de William Butler Yeats

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