lunes, 24 de marzo de 2014

“Hurricane”, por Bob Dylan

Carátula del álbum
Álbum: Desire


Resuenan disparos de noche en el bar.
Llega Patty Valentine desde el piso superior.
Ve al camarero sobre un charco de sangre,
grita: «¡Dios mío, los han matado a todos!».
Esta es la historia del Huracán,
el hombre a quien las autoridades inculparon
por algo que nunca hizo.
Lo metieron en prisión,
pero podría haber sido
el campeón del mundo.

Tres cuerpos allí tirados ve Patty,
y a otro hombre llamado Bello
rondando misteriosamente.
«No he sido yo», dice,
y levanta las manos.
«Sólo estaba robando la caja,
espero que me creas.
Los vi huir», dice deteniéndose.
«Será mejor que alguno de nosotros llame a la pasma».
De modo que Patty llama a la pasma
y aparecen en escena
con las sirenas rojas refulgiendo
en la cálida noche de Nueva Jersey.

Lejos, mientras tanto,
en otra parte de la ciudad
Rubin Carter y un par de amigos
van conduciendo por allí.
El contendiente favorito
para la corona de los pesos medios
no tenía ni idea de la clase de mierda
que estaba a punto de caerle.
Entonces un poli lo empujó
a la cuneta
como la vez anterior, y la vez anterior a esa.
Así son las cosas en Paterson:
si eres negro, será mejor que no
salgas a la calle
a menos que quieras caldear el ambiente.

Alfred Bello tenía un socio y este tenía
un chivatazo para la pasma.
Él y Arthur Dexter Bradley
sólo habían salido a merodear.
Dijo: «Vi dos tíos huyendo,
parecían pesos medios.
Se metieron en un coche blanco
con matricula de fuera del estado».
Y la srta. Patty Valentine asintió sin más.
El poli dijo: «Un momento, muchachos,
este no está muerto».
Así que lo llevaron al ambulatorio
y aunque el tipo apenas veía
ellos le pidieron que identificase a los culpables.

Las cuatro de la mañana y llevan a Rubin a rastras.
Lo meten en el hospital
y suben escaleras arriba.
El tipo herido le dirige la mirada
de su ojo moribundo.
Dice: «¿Por qué lo traen aquí?
¡Este no es el tío!».
Sí, esta es la historia del Huracán,
el hombre a quien las autoridades inculparon
por algo que nunca hizo.
Lo metieron en prisión,
pero podría haber sido
el campeón del mundo.

Cuatro meses después
los guetos están incendiados;
Rubin en Sudamérica,
luchando por su nombre,
mientras Arthur Dexter Bradley
anda todavía metido en el robo
y la pasma le mete presión,
buscando alguien a quien culpar.
«¿Recuerdas el asesinato del bar?».
«¿Recuerdas que dijiste que viste
el coche huyendo?».
«¿Te crees que puedes
jugar al balón con la Ley?».
«¿Pudo ser el boxeador a quien viste
corriendo aquella noche?».
«No olvides que eres blanco».

Dijo Arthur Dexter Bradley:
«No estoy del todo seguro».
Los policías le dijeron: «a un chaval pobre
como tú le vendría bien una oportunidad.
Te tenemos para el trabajo del motel
y estamos hablando con tu amigo Bello.
¿No querrás volver a la cárcel?
Sé buen chico.
Harás un favor a la sociedad.
El hijoputa es valiente y se encabrita.
Queremos meter su culo en esto.
Queremos meterle este triple asesinato a él.
Él no es “Gentleman” Jim».


Rubin podía dejar fuera de combate
a un tío de un golpe,
pero nunca le gustó hablar de ello.
«Es mi trabajo», decía, «lo hago porque me pagan
y cuando acaba me marcho camino
a un paraíso
donde fluye la corriente con las truchas
y el aire es estupendo
y monto a caballo por el campo».
Pero entonces lo llevaron a prisión,
donde intentaron convertir un hombre
en un ratón.

Todas las cartas de Rubin fueron marcadas
de antemano.
El juicio fue un espectáculo de cerdos.
Nunca tuvo oportunidad.
El juez hizo parecer a los testigos de Rubin
simples borrachos de poca monta.
Para la gente blanca que asistía
era un holgazán revolucionario,
y para los de color era
sólo un negrata pirado.
Nadie dudó de que él había apretado el gatillo.
Y aunque no pudieron presentar la pistola,
el fiscal dijo que era culpable
y todos los blancos del jurado estuvieron de acuerdo.


Rubin Carter fue falsamente acusado.
El crimen fue asesinato “de primer grado”,
¿adivinan quién testificó?
Bello y Bradley, y los dos mintieron con descaro,
y los periódicos siguieron todos
la corriente.
¿Cómo puede la vida de un hombre como ese
estar en la palma de algunos imbéciles?
Al verlo tan evidentemente amañado
no puedo evitar avergonzarme
de vivir en un lugar
donde la justicia es un juego.

Ahora todos los criminales,
con sus trajes y corbatas,
son libres para beber martinis
y ver el amanecer.
Mientras, Rubin se sienta como Buda
en una celda de diez pies.
Un hombre inocente en un infierno.
Esta es la historia del Huracán,
pero no terminará hasta que limpien su nombre
y le devuelvan el tiempo que le han quitado.
Lo metieron en prisión,
pero podría haber sido
el campeón del mundo.



  Nota: ocurrió lo que temía. Hurricane es la canción más difícil de encontrar en Youtube, con diferencia, de todas las que he buscado. Una durísima política de reclamaciones de derechos por parte de la discográfica que los tiene hace imposible la labor. El vídeo que acompañaba a esta letra fue denunciado, igual que lo habían sido la mayoría de los que conocí subidos e igual que lo serán los siguientes. Desgraciadamente tengo que dejar la entrada sin vídeo.

  Llevaba mucho tiempo con sentimientos encontrados acerca de publicar a Dylan. Por un lado están, imponentes, las letras que lo han llevado incluso a ser candidato al Nobel (un despropósito en mi opinión, de todas formas). Pero por otro contienden las fronteras del idioma: qué diferencia tan grande entre la escritura que sabemos nuestra a la foránea.
   Finalmente tenía que romperse la cuerda, que ya era un hilo, y nacer esta entrada. Incluso pasada por manos de un nefasto traductor como pueda serlo quien firma, que no ha querido otra cosa que mantener la esencia estética de los versos por encima de su significado (¿acaso no debe ser ese el trabajo de toda traducción?), la letra muestra la gran poética urbana propia del autor. Las frases justas, ni una más, formando sin embargo un conjunto de gran retórica y con algunos individuos dignos de cualquier poeta de lo cotidiano.
  La canción por la que he querido comenzar es, no temo al decirlo, mi preferida de Bob Dylan. Mi gran tapada. Habla de la historia de Huracán Carter, boxeador negro que fue injustamente inculpado (por movimientos de corte racista) de asesinato y encarcelado, lo que cercenó su carrera pugilística. No debe olvidarse que esta canción sirvió fue abanderada por la campaña de protesta que pidió la inocencia de Carter y que finalmente demostró el racismo que lo había llevado a la cárcel. Una simple canción fue el empujón que sirvió a tanta gente para conseguir justicia.

RGV.

2 comentarios :

  1. Uno es de siempre seguidor de Dylan y esta canción forma parte de mis preferencias aunque en el LP que la contenía no hay desperdicio. Me gusta Dylan, aunque en su primera época de cantante folk con la guitarra a cuestas y Joan Baez de compañera, (escuchala si no lo has hecho porque es una delicia), me resulta cansino y repetitivo. Una pena no saber ni pijo de ingles, porque a un poeta hay que leerlo en su esencia y sin traducciones. Oye esta:http://www.youtube.com/watch?v=YiOnyZ5UClQ.

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    1. Claro hombre, «Oh Sister!», otra de las melodías iniciales tan dulces de Desire.
      Yo con el inglés me puedo defender más por sentido común que por conocimiento del vocabulario, pero creo que lo primero lo tengo muy fuerte para las traducciones y tanto esta como las de William Butler Yeats me han quedado bastante fieles y sin perder apenas esencia, que es lo único que puede pedirse a una traducción. Coincidimos en eso.

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