miércoles, 7 de enero de 2015

«Quemando el pasaporte en el mentidero», una charla con Dani Vila

El 2014 murió matando: a través de Twitter me enteré de que El Yugo Eléctrico de Alicia había tomado la irrevocable decisión de dar fin a su andada el 31 de diciembre. Primero lo tomé con rabia y después con resignación; además de ser asiduo lector del blog, ver cómo proyectos no sólo válidos sino virtuosos se mueren, cesan o abandonan me saca de mis casillas. Así que me comuniqué con uno de sus miembros, nuestro bienvenido compañero Dani Vila, e intercambiamos conversaciones a tres bandas (una por cada medio de mensajería instantánea que teníamos a mano) durante días. Los dos estuvimos de acuerdo en dar representación a esta charla condensándola en un formato de entrevista, que en realidad hace referencia simplemente a las palabras que se regalarían dos amigos en la mesa de un bar de copas.

1. El Yugo Eléctrico de Alicia dice basta. ¿Por qué?

Por agotamiento y sinceridad para con nuestros lectores. Miento si digo que no lo siento pero, igual, he sentido una gran liberación personal al enterrar el hacha de guerra. Desde el '12 pertenecer a esta agrupación ha sido un verdadero calvario: demasiada lucha, suficiente desierto.
Verás, el pasado mes de julio su fundador, Carlos Domínguez, y Servidor de Nadie viajaban hacia Tarifa con el firme propósito de disfrutar de unas merecidas vacaciones y, si sonaba la flauta, reordenar buena parte del material teatral del último año. Conversamos, discutimos y nos abandonamos a partes iguales. Tras sobrevivir a tan disparatado periplo decidimos darnos un tiempo para reflexionar. Así pues, la tarde del 15 de noviembre, tomando en la Plaza de San Antonio, Cádiz, un café largo sutilmente salpicado con brandy jerezano, tomamos la calle de enmedio: enterrar el proyecto.
No fue un drama: para lograr ser un héroe hay que tratar de pasar largas temporadas en silencio. Además, se acercaba la navidad y estas fechas tan señaladas nos hacen vomitar si el misántropo que llevamos dentro anda suelto.
Acaso todo valga si algún día alguien nos agradece de corazón el trabajo hecho.

2. El propio Yugo decía en Twitter: «esto no es un adiós, sino un hasta nunca». La rotundidad era clara, pero ¿cuánto había de certeza y cuánto de estrategia?

Nunca perdemos el sentido del humor. Tal vez sea algo congénito: el andaluz se encoge de hombros ante lo más grande y suelta irónico: «sea de Dios».
Nosotros ya nada hemos fundado, ni siquiera un hogar.

3. Y en esa calma de conversación, ¿hablasteis Carlos y tú sobre lo que está por venir? ¿Tenéis una próxima flor, o el cierre de El Yugo es algo definitivo en cuanto a la escritura de blogs conjuntos?

Digamos que, y con esto espero no ofender a nadie, la aventura bloguera nunca fue para nosotros un aliciente: la Red crepita inundada por niñatas pijas que sueñan ser vampiresas freaks, pajeros acomplejados que tardan años en acabar sus ingenierías o cuarentones desesperados por conocer gente y, con ellos, repletar de fotos sus perfiles 2.0. Por supuesto que existen honrosas excepciones; es más, proliferan gente magnífica que hacen y deshacen. Y, claro, el enlace es el mayor invento revolucionario del hipertexto. No obstante, uno de nuestros sueños de adolescencia nunca fue abrir un blog.
Resulta paradójico y cansino que nos relacionen a ambos por El Yugo. Carlos y yo nos conocimos hace años. Tantos que ni siquiera nos acordamos de ello. Teníamos cantidad de amigos comunes y nuestras leyendas nos precedían. Recordamos varias noches en un pub extinto de nuestra ajada ciudad natal. Allí se disfrutaba de un ambiente inmejorable: corría el alcohol de importación y se pinchaba música exquisita -moderneces a parte-. Habrían de pasar algunos años, abandonar las calles y ciertos garitos para reencontrarnos en una agrupación teatral. Allá, sin previo aviso, conectamos a través de la altanería ilustrada, la ironía y la certeza soleada de la alegría única que anhela desprenderse de la tristeza más húmeda. Nos hicimos algo más que simples conocidos simpáticos o, inclusive, compañeros. Nos hicimos amigos.
El 26 de diciembre del 2010, recién aterrizado de Madrid, volvimos a tropezar entre sendas camarillas de golfas y calzonazos. Salimos disparados de esa gentuza a guarecernos al pub más cercano. Carlos nos comentó a tres amigos que planeaba conformar una agrupación de “artistas” libre asociados. Una especie de experiencia generacional e interdisciplinar. Me pareció una perogrullada. De esas idioteces estaba ya curado. Sin embargo, me alegraba verlo tan espléndido y atinado artísticamente hablando. Y, sí, la rubia que era su novia de entonces y las amigas de ésta ayudaron a comprometerme a acudir a la reunión fundacional. Para mi sorpresa, aquella noche me cambió la vida por esos juegos de azar del destino.

4. En uno de los últimos coletazos de El Yugo nos pedisteis (me incluyo como lector fiel y participativo desde la retroalimentación) una colección de preguntas para amamantar las siguientes entradas a base de responderlas. Recuerdo hablar contigo sobre la que envié y estabas deseoso de responderla. Trataba, como sabes, sobre la visión que nos merece la situación actual de la literatura verdaderamente válida; sobre qué rumbos está tomando y adónde va a llegar.

La literatura vive tiempos inciertos. No olvidemos que está hecha de individuos en un tiempo y espacio precisos. El contexto de éstos no es baladí. Para inducir cualquier crítica debiéramos ajustar el análisis a cuestiones tocantes: calidad/cantidad/densidad del mensaje esparcido por un emisor autista a un emisor desnortado. Generalizando, obviamente, el reparto de cartas y responsabilidades deja en muy mal lugar al mercado literario. ¡Y qué decir de los medios de comunicación!
A su vez, la literatura (y, sí, cualquier trabajo escrito con ínfulas de algo más que ser mero testamento de tinta o láser sobre un soporte dúctil en esos menesteres) vive, cual oruga con vocación de mariposa, tiempos de REevolución.
Precisamente estos días primeros de enero he releído 'Las bóvedas de acero' y 'El sol desnudo' de Isaac Asimov y, una vez más, acierta: la literatura se tocará, el lector interactuará. Algo parecido a un iPad o a esos paneles a lo 'Minority Report'. El deseo se renovará y la tecnología servirá para avivar esa llama de placer y necesidad que llamamos literatura.
Algunos pueden concluir que este ejemplo puede resultar una intromisión en el ejercicio lector; en mi opinión, desde lo que yo sé, todo lo contrario: enriquecerá el formato sin prostituir el hecho en sí.
Por ahí, ignorar el presente sería apuntar al futuro con la misma precisión de un anciano con alzheimer y párkinson.

5. Dejando de lado las premoniciones de cada uno sobre cómo resultará la polución de la tecnología en la literatura, ¿qué piensas respecto a los estilos que se están desarrollando hoy? Por supuesto cabe precisar que la pregunta apunta solamente a las cúpulas literarias. No en lo afamado de los autores sino en tanto a la calidad de la literatura producida. ¿Crees que, ante la inmensidad del vulgo desilustrado que humilla la literariedad, los verdaderos autores hodiernos se están refugiando en sí mismos?

Pues sí, en ellos y en otros cómplices del desconcierto. Cierto es que, entre ellos,  abundan modernos y vejestorios prematuros sin causa alguna para aferrarse al pan duro del crudo cual moneda corriente. Igual, no sé a qué se refieren con oficio o empleabilidad estos macarras de la moral políticamente correcta.
Empero, compañero, algunos nacimos para correr y, a nuestro pesar, aceptamos ese destino fino y preciso. Quizá, al final de la recta, sea mejor abandonar el fórmula uno en boxes y, en ayuno, rotular nuestra bandera pirata con un sincero y berlanguiano «¡Tengo miedo!» Tal vez nos pueda la obsesión por el escapismo y el circo. O, tal vez, no.
Ahora bien, dicho esto... ¡No confundamos lo que es habitual con lo que es normal! Todo depende del cristal con el que miras. Y, por añadidura, cualquier lector, más o menos leído y versado en el tiempo presente, sabe que el futuro será tecnológico o no será.
Finalmente, citaré a un prócer de la posmodernidad:
«Tu tiempo es limitado, no lo malgastes viviendo la vida de alguien distinto. No quedes atrapado en el dogma que es vivir como otros piensan que deberías. No dejes que los ruidos de las opiniones de los demás acallen tu voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición». Steve Jobs.

6. Aunque muy diferentes, los dos llevamos varios proyectos dedicados a la literatura. ¿No crees, como creo yo, que verdaderamente se está dando una huida por parte de los verdaderos talentos comprometidos con la literariedad? Por supuesto, causada por las tendencidas pseudoliterarias actuales. Ya que ambos vivimos la experiencia de intentar reunir a esos talentos refugiados, ¿no te parece que es solamente en comunidad cuando de verdad afloran y por tanto es la manera de afrontar lo que está por venir?

Hay un maridaje evidente al abordaje: uno debe preservar su independencia haciendo eses a través de los intereses comerciales. Esto es, en síntesis, la sinrazón lógica de nuestros tiempos. Actúe cada cual en consecuencia. Ni que decir tiene que el individuo con aspiración de ser libre e, inclusive, ciudadano necesita aprender a lidiar con su comunidad. Y, en fin, ésta puede resultar un yugo en la ahorca o un paraíso artificial. Para mí, visualizando mi siguiente década en la Tierra, me tranquiliza el mantra de Sausalito como meta para mi jubilación dorada y, obviamente, la película Hook de Spielberg.

7. ¿Qué está por venir para Dani Vila en su compromiso y creación literarios?

Mentiría si dijera que no tengo calculado la siguiente jugada en el tablero. Tampoco respondería con la verdad por delante si, en mitad de este embrollo, me tirara el rollo evitando alguna frivolidad propia del payaso que soy por vocación electiva y familiar.
Por un lado, me intención sigue siendo firme: lustrarme los zapatos dando gato por liebre. Por otro, me gustaría enarbolar la bandera roída de millones de pares condenados a la marginalidad.
Tras estos dos comentarios juiciosamente chispeantes, ahora viene la confesión atroz: a mediados de abril pensé seriamente en ensayar un retiro largo y dichoso de la literatura (dicha ésta en minúscula). La verdad escora en los momentos más tópicos. Sospecho que en mi trópico vital no me venía satisfaciendo lo que hacía. Sé que suena brutal o banal. Sé que sabe a veleidad actuar en función al rodal del gusto. No espero que el público comprenda un centímetro cúbico de mi propia fusión nuclear. Perdí el interés y, lo que es aún más peligroso, dejé de preocuparme hasta de esa cosa que llamamos vida.
¿Resolví la movida? Sí. ¿Qué hay de la escritura? Entintada cual ciclón hambriento. ¿Algún presentimiento publicable? Supongo.
Porongo la vez: prolongar la memez de ciertos mecanismos fútiles son recomendables para la vejez dorada. Ahora, definitivamente, no.
Así que, respondiendo directamente a tu cuestión, he de resolver con la siguiente respuesta: mi compromiso para con la creación hoy vuelve a estar mirando hacia lo audiovisual. Con lo que tiene de fetal y nebuloso eso.
Y, sí, por supuesto, pienso todo el rato en Mississippi de Dylan.

8. Si me permites opinar, de todas tus empresas la que más evidencia ese compromiso valiente es Flaca. En Frente al baluarte ya hemos hablado de ello tanto contigo como con Jorge Solís. De la misma forma, ¿qué tiene pensado Flaca para este 2015?

Muy amable tu consideración. ¿Qué tenemos pensado? Demasiado. En el fondo, eso es todo y nada. Igual, sigan expectantes aunque les podremos defraudar.  No sé, ahora fuera de bromas, no puedo prometer lo que no sé.
Y, Ricardo, ¿sabes algo? Al fin y al cabo, todo esto que hemos venido cotorreando podría sintetizarse en el acertado epigrama tuitero de la mujer más inteligente que conocí en los últimos cinco años:
"No estamos en guerra, estamos teniendo un ataque de nervios." @bearebox.
Busca sus artículos. Especialmente buenos los que escribe en @madrilanea_abc.
¿Serías tan amable de dejarme enlazar uno de ellos?
«Hare Krishna, los monjes que cantan y bailan».
Autores hodiernos

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